Es otro de esos arquetipos temáticos utilizados en multitud de narraciones y películas. La historia comienza cuando uno o más viajeros descubren un mundo fantástico dentro del nuestro, no entrando a través de un portal mágico, sino atravesando la distancia que nos separa de ese lugar que hasta ahora estaba oculto ante nuestros ojos por una elevada cordillera, aislado en una isla ignota o sumergido en el fondo del mar, o quizás situado en otro planeta...
Atlántida, el reino sumergido
La primera leyenda conocida de un mundo físicamente localizado junto a nosotros, pero con un nivel de avance muy diferente, es la historia del continente perdido de la Atlántida: una civilización mítica que supuestamente habría alcanzado un nivel técnico muy superior al de sus contemporáneos, y luego se habría hundido en el mar debido a algún tipo de desastre.
La idea de encontrar los restos de la Atlántida, bien sumergida o aún a flote, ha servido de tema para numerosos libros y películas.
Por ejemplo, en "El continente perdido" de 1961, George Pal (quien dirigió también La Guerra de los Mundos y La Máquina del Tiempo basadas en las historias de H.G.Wells) cuenta la historia de Demetrio, joven pescador de la antigua Grecia, que se pierde en el mar y llega hasta las costas de la isla de Atlántida.
Más moderna es la película de Disney "Atlantis: El imperio perdido" (Atlantis: The Lost Empire, 2001), en la que un joven científico, ayudado por un equipo de exploradores, busca la Atlántida.
En Atlántida (2010), del autor español Javier Negrete, tras una serie de erupciones de los llamados 'supervolcanes', los protagonistas sitúan el continente perdido en el archipiélago de Santorini, al norte de la isla de Creta.
Y por supuesto hay una larga serie de títulos dedicados a la especulación más o menos fantasiosa, o la simple ficción, inspirada por la mítica civilización perdida:
Tierras olvidadas por el tiempo
Julio Verne, el maestro francés de la anticipación y la fantasía, utilizó varias veces el concepto de una tierra misteriosa descubierta por viajeros envueltos en una extraña odisea.
En La Isla Misteriosa (1875) los viajeros deben reconstruir en el mundo perdido su propia civilización a partir de la nada, mientras son vigilados y ocasionalmente ayudados por una presencia misteriosa.
Michael Crichton, autor literario de la saga de Jurassic Park, reconoció su deuda con Conan Doyle poniendo el mismo título a la segunda parte de su serie, que Spielberg respetó en la versión cinematográfica. Efectivamente, en esta segunda parte los viajeros llegan desde fuera a una isla en la que los dinosaurios han estado reproduciéndose libremente, y donde encuentran nuevas especies que no habían sido aún trasplantadas al Parque.
La influencia de "El Mundo Perdido" de Conan Doyle es evidente en la historia de King Kong desde su encarnación original en 1933. Los expedicionarios llegan a la Isla Calavera, donde como siempre se encuentran con animales, plantas y hombres prehistóricos. El propio King Kong se enfrenta, en todas las versiones de la película, a sus convecinos los dinosaurios.
En esta versión, por ejemplo, se hace una mención clara de la influencia de "Mundo Perdido" sobre King Kong y Jurassic Park:
Edgar Rice Burroughs, famoso por sus novelas de Tarzán y la saga de John Carter y la Princesa de Marte, escribió su propia versión del tema en "La Tierra Olvidada por el Tiempo", que no se adaptó al cine hasta 1975:
En el relato corto "El Ruido de un Trueno" de Ray Bradbury (famoso por su novela "Fahrenheit 451") los expedicionarios viajan al pasado en el que realmente vivieron los dinosaurios. Se trata de ociosos millonarios del año 2055 que se entretienen cazando a los grandes saurios por diversión, con consecuencias catastróficas.
En "Lluvia de Albóndigas 2" la expedición regresa a la isla para encontrarse con seres vivos 'monstruosos' que no son otra cosa que versiones 'animalizadas' de los comestibles gigantes creados en la primera parte. Está llena de referencias al género.
Paraísos soñados
Las islas lejanas y los mundos ocultos a sus contemporáneos no sirven únicamente de marco para leyendas míticas y criaturas del pasado, sino también para sociedades alternativas en las que los autores reflejan su propuesta de un mundo ideal, o quizás no tan ideal.
La historia que dio lugar a todo este subgénero literario y filosófico fue la Utopía de Tomas Moro, publicada en 1516, cuyo título completo es "Libro del estado ideal de una república en la nueva isla de Utopía". En esta obra, 'Utopía' es tan solo el nombre de la isla ficticia, y podría traducirse por "Ningún lugar". Su significado genérico como propuesta de sociedad o mundo ideal fue adquirido posteriormente.
La escritura de Utopía fue influida por los descubrimientos y los relatos del Nuevo Mundo, y la idea de que quizás el continente americano pudiera construirse una sociedad mejor, convirtiéndose en una nueva Atlántida de inspiración casi siempre religiosa.
En 1626, Francis Bacon publica precisamente una novela utópica con el título de La Nueva Atlántida. Se trata seguramente de la primera utopía en la cual el conocimiento científico y tecnológico tiene un papel esencial.
Curiosamente este último viaje de Gulliver es omitido sistemáticamente en todas las adaptaciones cinematográficas, basadas en una estrecha visión de las historias de Swift como cuentos infantiles.
H.G. Wells, el maestro y pionero de la ciencia-ficción, desarrolló sus ideas utópicas en tres libros: Una Utopía Moderna (1905), El Mundo Liberado (1914) y Hombres como Dioses (1923). Sus ideas están llenas de optimismo en la tecnología y la evolución social del hombre, postulando un gobierno planetario y (influido por las ideas malthusianas y darwinistas de la época) diferentes formas de control y mejora de la población.
Uno de los lugares utópicos por excelencia es Sangri-La, creado en la novela Horizontes Perdidos (1933) escrita por James Hilton y adaptada en una película de 1937, a partir de la tradición mitológica de Shambala.
Sangri-La es un valle recluido en medio del Himalaya, una tierra de felicidad permanente, aislada del mundo exterior. En la novela, las personas que viven en Shangri-La son casi inmortales, por lo que aventureros y exploradores han estado buscando ese paraíso perdido, hasta que un grupo finalmente consigue hallarlo.
También son evidentes los paralelismos (aunque desconozco si son conscientes) entre Shambala/Sangri-La y el Rivendel de Tolkien, otro oculto valle que sirve de refugio en un mundo convulso y también actúa como fuerza para su pacificación:
En La Isla (1962) Huxley apuesta más claramente por la posibilidad de la utopía, combinando la tecnología moderna y el misticismo oriental para conseguir un equilibrio que permitiera responder a las necesidades materiales y espirituales de la humanidad. Ninguna relación, de ningún tipo, con la distópica película homónima de Michael 'Transformer' Bay.
Una versión moderna de las ideas utópicas en ciencia-ficción estaría representada por la novela Ecotopía (1975) de Ernest Callenbach, en la que los estados norteamericanos de la costa oeste han formado su propio país sobre principios ecologistas, aunque no todo es bueno...
Esta dualidad irresoluble entre utopía y distopía es típica de la ciencia-ficción tras los años 60, y tiene otro ejemplo notable en La Barrera Santaroga (1968) de Frank Herbert, el autor de Dune, quizás influido por el desarrollo de las comunas hippies y otros experimentos sociales e ideológicos de la época.
El protagonista, como siempre, llega del mundo 'normal' al aislado reducto de Santaroga, en los Estados Unidos. En este caso el aislamiento no es físico (aunque en la ciudad hay poderes que pueden impedir la salida) sino cultural. Los habitantes de Santaroga han decidido crear una comunidad en la que no penetren ciertos vicios y enfermedades espirituales del mundo exterior, pero ¿no habrán creado así un mundo que suprime la libertad y la evolución natural de la humanidad?
Nos vemos en la próxima,
Salvador
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