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martes, 13 de agosto de 2013

El búho como símbolo del conocimiento


   Siguiendo con el asunto de la entrada anterior, mi guión sobre la vida de Philip K. Dick, quería profundizar en el tema del búho o lechuza como símbolo del conocimiento, o más bien, de la búsqueda de ese conocimiento.

   Ya vimos que Dick utiliza la expresión 'owl in daylight' en un sentido similar al de la Alegoría de la Caverna de Platón: los que viven en la oscuridad (ignorancia de la verdadera realidad) quedan cegados al contemplar lo que subyace a las apariencias o fenómenos (para Platón, las Ideas; para Dick, las extrañas visiones de un tiempo simultáneo con otras épocas históricas y el descubrimiento de que nuestro mundo aparente no es real).



   Al igual que Platón, Dick creía en la anamnesis (literalmente, lo contrario de 'amnesia'), la capacidad de recordar cosas y experiencias de vidas anteriores debido a que el alma inmortal mantiene esos recuerdos de un cuerpo a otro.



   Modernamente, se ha propuesto este acceso a los recuerdos de vidas anteriores a través de la hipnosis regresiva (curiosamente, todo el mundo parece haber sido alguien muy importante en el pasado, lo cual nos da una pista de la verosimilitud de esta idea) y en ciencia ficción el regreso de memorias pasadas juega un papel importante en algunas historias como los clones ghola utilizados por Frank Herbert en los libros de la saga Dune, que pueden recuperar los recuerdos de su cuerpo original a través de una experiencia traumática. También las Reverendas Madres Bene Gesserit recuperan la memoria viva de las Madres que las han precedido al beber y transformar el Agua de Vida, el veneno extraído de los gusanos gigantes de Arrakis.



   Herbert basaba esta idea no en la inmortalidad del alma o en una forma de reencarnación, sino en la posibilidad de que la memoria se almacene en el material genético dentro de las células del cuerpo (memoria celular). Por lo visto, hay gente que se toma en serio esta idea de la ciencia-ficción (probablemente tomada de las ideas de Carl Jung) que no tiene realmente ningún fundamento científico.



   Más allá de la idea de Dick del búho como una metáfora de la recuperación traumática de conocimientos anteriores, son muchas las culturas que han asociado el búho con el acceso a la sabiduría oculta o los ha visto como mensajeros de las fuerzas mágicas. Durante la Edad Media incluso se pensó que los búhos y lechuzas eran el disfraz preferido de los magos, al igual que los gatos negros lo eran de las brujas. No es de extrañar que J.K.Rowling escogiera una lechuza como la mascota mensajera de Harry Potter.



   Hoy en día es frecuente ver a los búhos disfrazados de maestros y profesores, es decir, como transmisores del conocimiento:


   En general los búhos son un símbolo positivo. Incluso en el famoso cómic Watchmen (¡recomendado! ¡y también la película!), el único superhéroe que no está loco es Nite Owl -lechuza-.


   El búho se convirtió también en el símbolo de la filosofía (es decir, del 'amor a la sabiduría'), al ser el animal que acompaña a la diosa Atenea (Minerva para los romanos), hija de Zeus y cuya principal virtud es precisamente la sabiduría.


  El filósofo Hegel reforzó esta identificación al explicar que la filosofía 'levanta su vuelo al atardecer, como el búho de Minerva', queriendo con ello decir que el papel de la filosofía y su conocimiento es más bien lo que hoy llamaríamos una 'racionalización', es decir, dar estructura y sentido 'a posteriori' a la experiencia de la humanidad, organizando el saber en un todo coherente y dinámico con la historia, proporcionando una narrativa a lo que de otra forma serían saberes desconectados e inconsistentes.



   En fin, esta asociados de búhos y lechuzas con el conocimiento debe estar relacionada con el hecho de mirarlo todo fijamente con sus grandes ojos mientras escuchan con atención. Pude comprobar de cerca la elegancia y belleza de estos animales en la demostración de aves rapaces del Parque de la Naturaleza de Cabárceno en Cantabria. ¡No os lo perdáis si pasáis por allí!



   Hasta pronto,

     Salvador



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