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domingo, 19 de septiembre de 2021

Centenario de Stanislaw Lem

El escritor polaco Stanislaw Lem es uno de mis autores favoritos. Ya le dediqué una extensa conferencia en la Hispacon 2015:



El pasado 12 de Septiembre se cumplió el centenario de su nacimiento y, con este motivo, participé en diversos actos. 

Stanislaw Lem: Crítica de la Razón Estadística

La primera ponencia formaba parte de El Congreso organizado por el Círculo de Estudios Lemianos en México. El objetivo de esta charla fue establecer un paralelismo entre la obra de Lem y el programa crítico desarrollado por el filósofo ilustrado Immanuel Kant. En ambos casos nos encontramos ante un análisis de las posibilidades de la razón humana y de la necesidad de deshacernos de ciertos lastres culturales para tomar las riendas de nuestro destino.


La filosofía de Stanislaw Lem llevada a la pantalla

El 14 de Septiembre tuve el honor de dar una charla en la Filmoteca de Catalunya dentro del ciclo dedicado al autor polaco. 

Reproduzco aquí el texto y las imágenes de la charla, ya que contiene material sobre las adaptaciones televisivas y cinematográficas de Lem que en algunos casos no es fácil de encontrar (una buena fuente es el listado de la Wikipedia polaca). Para adaptaciones teatrales, puede consultarse aquí.


Ante todo, quiero agradecer al Instituto Polaco de Cultura y a la Filmoteca de Catalunya su amable invitación para participar en este ciclo de proyecciones.

Es un verdadero placer estar aquí y tener la oportunidad de honrar a mi admirado Stanislaw Lem en el centenario de su nacimiento. Ojalá que con estas actividades contribuyamos a que el público conozca mejor la magnitud de su obra y sus estimulantes ideas.

Por mi parte, solo estoy pagando una pequeña parte de mi deuda personal con Lem, ya que sus libros, publicados en España a partir del año 1977 gracias a las primeras traducciones de Jadwiga Mauricio, fueron decisivos en mi amor y mi dedicación a la literatura de ciencia ficción.

Stanislaw Lem era, por decirlo simplemente, un genio; una de esas figuras, cada vez más escasas, capaces de abarcar múltiples campos de la ciencia, la filosofía y la literatura, y realizar en estos campos aportaciones sumamente originales, muy adelantadas a su tiempo.

Aunque en muchos países es conocido únicamente como escritor de ciencia ficción, la producción de Lem recorre ámbitos tan variados como la crítica literaria, la novela autobiográfica e histórica, la fábula satírica, la experimentación narrativa y el ensayo filosófico, formando un todo orgánico al que resulta imposible clasificar dentro de géneros o asignar etiquetas.

Así, por ejemplo, en La Investigación y La Fiebre del Heno nos encontramos con novelas aparentemente policíacas que en realidad nos hablan de las limitaciones del conocimiento humano. Se trata de thrillers donde no hay crímenes ni culpables, salvo la naturaleza y el azar, un hecho que descoloca a los lectores desprevenidos.

Otro ejemplo: en los volúmenes Vacío Perfecto, Magnitud Imaginaria y Provocación, Lem escribe reseñas de libros que no existen. En ellas utiliza el humor y la parodia para traspasar nuestras defensas y someternos a ideas que quizás serían inaceptables en un contexto más serio, tales como afirmar que la cultura humana, y el universo entero, son enormes errores, o ensayar explicaciones metafísicas del Holocausto judío al que él mismo escapó por poco.

Llevar esta riqueza de ideas a la pantalla parece un desafío imposible, y sin embargo, es precisamente la fuerza y originalidad de las historias y el pensamiento de Lem lo que hace inevitable y atrayente su adaptación. Él mismo se escudó tras el camuflaje de la ficción para transmitir conceptos y tesis que difícilmente hubieran encontrado un lugar en la filosofía y la ciencia académica, y se sirvió de formas narrativas que no encajaban en la literatura convencional. ¿Qué formas audiovisuales serían capaces de reflejar este atrevimiento del pensamiento Lemiano? ¿Qué dificultades encuentra su trasposición a la pantalla?

En general, la literatura de ciencia ficción no es tan apropiada para los medios audiovisuales masivos como pudiera parecernos. Los productos populares, al estilo de Star Wars o de Mad Max, son meras traducciones al escenario espacial, o a un futuro distópico, de narraciones arquetípicas y mitológicas, de luchas medievales y Westerns crepusculares.

Por el contrario, el objetivo de la verdadera ciencia ficción, sobre todo en la concepción que Lem tiene del género, es sacarnos del marco de la cultura de masas para mostrarnos visiones radicalmente diferentes, tan insólitas y, en muchas ocasiones tan abigarradas, que al público en general le resultan difíciles de asimilar. Pensemos en el fracaso comercial de películas como Bladerunner o el Dune de David Lynch.

Así, uno de los recursos favoritos del autor polaco es realizar descripciones minuciosas de mundos donde los exploradores humanos encuentran estructuras y organismos tan extraños que son incapaces de identificar su naturaleza y su propósito.

Lem disfruta con esta extrañeza y la resalta con neologismos de cosecha propia. Así, en Solaris encontramos toda una ciencia, la Solarística, dedicada infructuosamente a resolver el misterio que plantea el planeta oceánico, con simetríadas y mimoides que desafían el entendimiento de los científicos.

Algo similar sucede con los paisajes venusianos en Astronautas y los planetas alienígenas de las novelas El Invencible, Edén o Fiasco.

Este afán Lemiano de representar lo incognoscible choca con las limitaciones técnicas de los efectos especiales y también del lenguaje humano y cinematográfico. ¿Cómo transmitir a los espectadores la presencia de seres que podrían estar vivos o no, seres que no son ni plantas ni animales, que quizás sean un simple artefacto mecánico, o tal vez una consciencia huérfana imbuida de un poder divino?

Al igual que Stanley Kubrick declinó representar en pantalla a los extraterrestres de pura energía imaginados por Arthur C. Clarke, también las tres adaptaciones de Solaris renunciaron a mostrar la riqueza del océano planetario, sustituyendo sus indescifrables formas por símbolos elementales, como el mar y la lluvia en la versión de Andrei Tarkovsky, o el aislado cerebro espacial en la película de Steven Soderbergh.

Quizás sea Destino Espacial: Venus (1960), una adaptación de Astronautas, la primera novela publicada por Lem, la que más empeño pone en recrear la perplejidad ante el paisaje de otro mundo que escapa a las categorías humanas, utilizando efectos ópticos y decorados oníricos muy sofisticados para la época.



Por otro lado, más allá de destacar lo extraño y lo desconocido, las historias de Lem reflejan su filosofía crítica, incluso pesimista. En sus novelas y relatos, la humanidad se enfrenta sin éxito a sus limitaciones. No solo fallan los protagonistas al enfrentarse a lo desconocido, sino que muchas veces ni siquiera saben contra qué luchan. Esto sucede en las mencionadas novelas de contacto como Solaris, El Invencible o Fiasco, pero también en las historias policiales de La Investigación o La Fiebre del Heno, donde, como he mencionado, no hay más antagonista que la naturaleza y el azar.

A diferencia del héroe prototípico, el personaje principal de Lem, normalmente un astronauta o un científico, no consigue resolver los problemas que se le plantean, como no sea por casualidad. En Retorno de las Estrellas, el cosmonauta Hal Bregg es incapaz de adaptarse a vivir en la Tierra del futuro.

Igualmente, en La Voz del Amo, a diferencia de lo que sucede en la más reciente novela Contacto de Carl Sagan, el matemático Peter Hogarth y la comunidad científica no llegan a descifrar el mensaje de las estrellas. Ni siquiera están seguros de que se trate de un mensaje. En Lem, lo desconocido siempre domina a los héroes, arrebatándoles su final feliz.

Existen, entonces, dos vías para que los protagonistas Lemianos se conviertan en personajes aceptables en una versión cinematográfica convencional. Una opción, al igual que sucede con las adaptaciones Hollywoodienses de Philip K. Dick, autor con el que Lem comparte muchas características, es alterar la personalidad del protagonista para dotarlo de rasgos más heroicos.

El piloto Pirx de Lem no tiene nada de extraordinario. Resuelve las situaciones con una dosis mínima de sentido común y una gran suerte. Sin embargo, en la película La Prueba del Piloto Pirx (que veremos en este mismo ciclo) lo encontramos convertido en un experto internacional que sofoca por sí mismo la rebelión de los robots humanoides, convirtiendo en un argumento más común lo que en la obra original era una profunda reflexión sobre la naturaleza de lo humano.

La segunda opción para volver más aceptables a los protagonistas de Lem consiste en reforzar sus aspectos humorísticos, convirtiéndolos en personajes cómicos dominados por las circunstancias. Esta es la aproximación utilizada en la serie alemana Ijon Tichy: piloto espacial (2007) que, a pesar de sus limitaciones, les recomiendo porque resulta tremendamente divertida y consigue mantener en buena medida las intenciones satíricas de Lem y sus preocupaciones filosóficas.



Otra dificultad a la que se enfrentó Lem para la adaptación de sus obras fue la falta de adecuación a la doctrina estética y la ideología soviética. Tras el rechazo de su primera novela semibiográfica, El Hospital de la Transfiguración, Lem se vio obligado en sus primeras novelas de ciencia ficción, como Astronautas o La Nube Magallánica, a soslayar la censura, mostrando un futuro donde la utopía comunista se había extendido a toda la Tierra. Curiosamente, el éxito popular de estas obras convirtió a Lem en el autor elegido para contrarrestar la emergente ciencia ficción espacial de Hollywood, representada por películas como Destino: la Luna (1950) o Planeta Prohibido (1956).

Llegaron así la mencionada Destino Espacial: Venus, adaptación de Astronautas, y la espectacular Ikarie XB-1 (1963), basada libremente en La Nube Magallánica. Lem no consiguió expurgar estos films de su contenido ideológico y, en general, no estuvo nada contento con el resultado, aunque la factura técnica resultó muy avanzada para la época.



Además de la importancia política y cultural que la carrera espacial tuvo en los años 50 y 60, Stanislaw Lem se benefició también del auge en Polonia de dos formatos que se adaptaban bien a sus fábulas satíricas y que le permitían tratar temáticas complejas con mayor libertad y menor presupuesto que el cine. Hablamos del teatro para televisión, o telefilmes, y de la animación.

La primera historia de Lem adaptada como obra de teatro para TV fue Pastel de Capas en 1957, dos años después de ser publicada, y que hoy veremos en la versión de 1968 realizada por Andrzej Wajda. En 1958 se adaptó otro de sus primeros relatos, El Fin del Mundo a las 8:00, en el que un típico científico loco Lemiano, el profesor Farragus, descubre un aniquilador de materia y, al no ser aceptada su invención, decide demostrar su funcionamiento destruyendo el universo.

En 1968, Profesor Zazul presenta a otro de estos científicos con extrañas ideas, en este caso, la de clonarse a sí mismo. Al igual que en Pastel de Capas, se trata de una reflexión sobre el tema de la identidad humana, que obsesionaba a Lem.

Los personajes centrales de las fábulas humorísticas recogidas en Diarios de las Estrellas (1957) también se encarnaron en la TV con Las Aventuras del Profesor Tarantoga (1962) y Amigo (1965). En esta segunda, el inefable astronauta Ijon Tichy, transformado en este caso, como Pirx, en un competente ingeniero, investiga el mal funcionamiento de un cerebro electrónico con resultados inesperados.

El éxito de este medio televisivo llevó a Lem a crear historias pensadas directamente para este formato. En 1961 escribe El Robot Fiel, en la que un androide escapa al control humano empaquetándose y enviándose a sí mismo por correo repetidamente. Como otras de sus historias, El Robot Fiel se adaptó varias veces para TV, también en otros países como el Reino Unido.

La primera adaptación de Solaris, en 1968, también se realizó para TV, ya en forma de largometraje, con nada menos que 2 horas y 23 minutos de duración. Cuatro años después se estrenó la versión cinematográfica de Tarkovsky.




En una pena no tener acceso a estas adaptaciones televisivas, como la versión rusa de Retorno de las Estrellas (1989)…




… o al regreso de Ijon Tichy a la TV polaca en 1999 con El Caso de Ijon Tichy, donde el astronauta se enfrenta a otro científico loco, el profesor Corcorán, que ha conseguido crear una civilización de seres inteligentes en el interior de una simulación y reflexiona sobre la futilidad de la existencia humana.

Para terminar este listado de adaptaciones en formato teatral, les recomiendo El Séptimo Viaje de Egon Tichy, producida el pasado año durante el confinamiento. Se trata de un impresionante tour de force visual y actoral en el que Tichy va replicándose incontables veces en el reducido espacio de su nave, con resultados hilarantes. Pueden encontrarlo en YouTube.


El segundo medio en el que la obra corta de Lem encontró un terreno favorable en Polonia fue el de la animación. Con dibujos animados fue posible recrear viajes espaciales, robots y planetas alucinantes, desplegando toda la imaginación de Lem con un coste relativamente bajo.

En los años 1961 y 62, Lem colaboró como guionista con el animador Krzysztof Dębowski para crear cortometrajes que utilizaban música electrónica compuesta nada menos que por el entonces joven compositor Krzysztof Penderecki. Juntos produjeron tres cortometrajes: Viaje al Cosmos, La Trampa y Planeta Desierto.

En 1975 se produjeron otros dos cortos clásicos basados en sendas historias del volumen Fabulas de Robots: Los Consejeros del Rey Hidropsio, que fue recreado con tecnología moderna en 2016 por Natalia Brożyńska; y La Máquina de Trurl, de Jerzy Zitzman, también disponible en YouTube.




Más recientemente, Retorno de Anna Błaszczyk (2008), inspirada en la novela Retorno de las Estrellas, continúa con la tradición polaca de animación experimental, utilizando una banda sonora musical sin diálogo.

De gran belleza y originalidad, estas animaciones tienen, sin embargo, ciertas limitaciones para adaptar las obras de Lem, ya que el alto grado de abstracción hace que se pierdan ideas esenciales. Por ejemplo, en Retorno el tono humorístico de la historia oculta el profundo drama del astronauta protagonista arrojado a un futuro al que no consigue adaptarse.

Otras animaciones como Máscara (2010), de los hermanos Quay, y Golem (2013), de Patrick Mccue y Tobias Wiesner, utilizan una alternativa efectiva para la ausencia de diálogo. Estos dos cortometrajes, basados en los correspondientes relatos de Lem, mantienen la expresividad abstracta de la imagen y la música, pero la acompañan con una narración en off que enriquece las imágenes con textos originales de Lem.



La flexibilidad del medio animado lleva a este a explorar siempre nuevas posibilidades. En este mismo año 2021, Paweł Szarzyński ha producido Kosmogonik, una historia interactiva en realidad virtual basada en el cuento Orejas de Uranio y en las ilustraciones clásicas que Daniel Mróz realizó para Ciberíada.

Por cierto, Ciberíada es también el material de una ópera de Krzysztof Meyer estrenada en 1971 y repuesta en varias ocasiones. Utiliza el recurso de las historias anidadas que aparece en la obra de Lem y también incorpora a la música un elemento crucial de la filosofía Lemiana, el papel del azar. Meyer adoptó la idea vanguardista del aleatoricismo, popularizada por compositores como Pierre Boulez o Witold Lutosławski, haciendo que ciertas secciones musicales fueran determinadas por un proceso azaroso como el lanzamiento de un dado.




Volviendo al medio cinematográfico propiamente dicho, nos encontramos con la adaptación de Solaris realizada por Andrei Tarkovski en 1972. Tarkovski admiraba a Lem y vio una oportunidad para conseguir un éxito comercial, al tiempo que liberaba al género de su énfasis en la tecnología, contraponiendo su obra a la 2001 de Kubrick, que veía de una frialdad extrema.



Lem y Tarkovski trabajaron juntos en Moscú durante unos días, pero las personalidades y los enfoques de ambos genios chocaron, cada uno disconforme con las ideas del otro y con las limitaciones del proyecto. Tarkovski quería enfatizar la relación entre los protagonistas. Dos tercios de su guion inicial transcurrían en la Tierra, un escenario que ni siquiera aparece presente en la novela de Lem. Por su parte, el autor sufría al ver que sus disquisiciones científicas y filosóficas eran sustituidas por largos planos abstractos al gusto del ruso.

En paralelo al éxito de Solaris, continuaron las producciones para la TV polaca, como la adaptación de La Investigación realizada en 1974 por Marek Piestrak…

… quien también dirigirá La Prueba del Piloto Pirx. En esta segunda película se produce de nuevo el maridaje de la historia con música de vanguardia, ya que su banda sonora fue compuesta por el estonio Arvo Pärt.




En 1978 se estrena una de las adaptaciones fílmicas más interesantes de Lem, El Hospital de la Transfiguración de Edward Żebrowski. La película sigue con fidelidad la primera novela de nuestro autor, escrita en 1948, donde refleja sus vivencias como médico en prácticas y sus dramáticas experiencias de la invasión nazi.


La obra fue prohibida por “contrarrevolucionaria” hasta 1955, razón por la cual Lem se orientó hacia la ciencia ficción. Esta dura adaptación refleja muy bien su visión oscura de la naturaleza humana y del caos irracional como motor de la historia.

Recientemente, Hungría ha producido dos adaptaciones fílmicas notables. La película 1 (2009) de Pater Sparrow, se basa libremente en la obra Un Minuto Humano, la reseña de un volumen imaginario que recopilaría todas las estadísticas imaginables de la humanidad referidas a un minuto específico. Sparrow crea una historia onírica y compleja, donde el imaginario libro de Lem es una excusa para desarrollar una estética y una visión particular del ser humano.




También es bastante libre la adaptación húngara de La Voz del Amo, realizada en 2018. El director György Pálfi utiliza el personaje del científico que intenta descifrar una misteriosa señal de naturaleza extraterrestre, añadiéndole elementos ausentes en la obra de Lem. Se convierte así en un thriller de acción, aunque sí respeta algunas de las reflexiones originales respecto a la dificultad de conocer e interpretar el cosmos.



El director israelí Ari Folman retomó la técnica y la libertad del medio animado para su película El Congreso (2013), como forma de representar los estados alucinatorios y el humor amargo de la novela Congreso de Futurología. Folman es capaz de mostrarnos una verdadera Realidad Virtual, un mundo artificial sobre el que Lem teorizó en su ensayo de 1964 Summa Technologiae.





Por el momento, la última reencarnación del inmortal Ijon Tichy se ha producido en el corto Habitación (2021) de Krzysztof Jankowski, que crea una comedia visualmente impactante con un trasfondo filosófico, utilizando de nuevo el confinamiento y la replicación del desaventurado cosmonauta.



Volviendo atrás en el tiempo, a 1968, hablemos brevemente de la obra proyectada hoy, conocida como Pastel de Capas o ¿Está usted ahí, Sr. Jones? Es, seguramente, el relato de Lem que ha sido adaptado en un mayor número de ocasiones. En este caso, tenemos la dirección de Andrzej Wajda y un guion del propio Lem, quien por una vez estuvo totalmente satisfecho con el resultado, opinando que incluso mejoraba el original.

Se trata de un ejemplo excelente del uso Lemiano de la sátira y la fábula humorística para provocar que reflexionemos sobre uno de sus temas favoritos: cómo la evolución de tecnología podría cambiar nuestros valores y conceptos tan básicos como el de la identidad personal, y cómo la sociedad deberá adaptarse a estos cambios.

Sobre este trasfondo tragicómico, Wajda crea un espectáculo con elementos psicodélicos típicos de la época, incluyendo inserciones animadas propias del cómic.

Sin más, disfruten del resto del Ciclo y, por supuesto, de la lectura de las obras de Stanislaw Lem.