Una de las actividades mas divertidas en las que participé durante la Eurocon 2016 fue la presentación de la película "The congress" en la filmoteca.
Jugando con la idea de que el congreso descrito en la novela de Stanislaw Lem y la película podía ser la misma Eurocon el que participábamos, con la complicidad de Jordi Salazar Durán me caractericé como el profesor Klaus Bayarrien, encargado de llevar a cabo la inauguración de dicho Congreso al tiempo que realizaba un homenaje al autor polaco y describía los temas subyacentes a la película.
A continuación os pongo el texto de la presentación en español.
Hasta pronto,
Salvador
Señoras y señores… otras entidades inteligentes… Es un placer darles la bienvenida a esta edición del Congreso de Futurología. Este año conmemoramos el décimo… perdón, el centésimo décimo aniversario de la muerte de Stanislaw Lem.
Para comprender la relevancia de Lem en el contexto de este congreso, intentemos viajar mentalmente a los tiempos arcaicos. Traten de imaginar cómo era la vida en los años 1950, en medio del siglo XX, durante la llamada Guerra Fría. La Tierra estaba en su mayoría dividida en dos partes, cada una con un sistema económico y político, y ambas podían empezar un conflicto capaz de destruir toda la especie humana. No es de extrañar que sus habitantes vivieran obsesionados por la presencia de traidores, espías y saboteadores del otro bloque.
En la siguiente década, los años 1960, esta paranoia se transformó en un desasosiego más general acerca de la sociedad, incluso acerca de la realidad misma. Se sugirió en esta época que las drogas psicotrópicas podían servir para romper la barrera hacia un nivel superior de consciencia, pero lo cierto es que no se encontró nada bueno al otro lado de esa barrera. Al contrario, pronto fue evidente que las drogas podían ser otro medio utilizado por el sistema para derrotar a sus ciudadanos más rebeldes.
Fue en este estado de cosas en el que dos autores, cada uno a un lado del Telón de Acero, desarrollaron el concepto de realidades virtuales y alternativas, reflexionando sobre su atracción y sus peligros.
En el Bloque Occidental, Philip K. Dick, quien inspiró las versiones primitivas de Bladerunner, Desafío Total y El Hombre en el Castillo, nos enseñó que la realidad puede ser una alucinación fragmentaria y compartida, formada por capas rellenas con falsas percepciones y recuerdos adulterados. Según él, sólo las experiencias místicas y las drogas podrían abrir un camino a través de estas capas, un camino muy traicionero.
Mientras tanto, en el Bloque del Este, un admirador declarado de Dick, el gran autor polaco Stanislaw Lem, estaba preocupado por las mismas cuestiones filosóficas: “¿Qué es ser humano?”, “¿Qué constituye nuestra identidad personal?”, y “¿Podemos crear otras realidades?”.
En algunas de las historias de Lem, los personajes son o se eng añan a sí mismos, para aceptar un sistema de falsas creencias, una realidad alternativa o de límites confusos.Por ejemplo, claramente inspirado en la mentalidad de la Guerra Fría, su libro “Memorias encontrada en una bañera” describe una burocracia Kafkiana gobernada por la paranoia y la falsificación.
En el Viaje Undécimo de los Diarios de las Estrellas, el protagonista Ijon Tichy se infiltra en el planeta Circia, cuya población totalmente robótica está obsesionada por odiar y torturar a los humanos, descubriendo que todos estos androides son en realidad hombres disfrazados con trajes de metal.
Gruppenführer Louis XVI, incluido en el libro Vacío Perfecto, cuenta la historia de un grupo de nazis exiliados en Argentina, que escapan también de la realidad, en este caso recreando minuciosamente a su alrededor los detalles de la corte del rey francés Luis XVI.
En su libro de ensayos de 1964, “Summa Technologiae”, Lem elaboró la idea de que los humanos podrían un día usar la tecnología para crear realidades artificiales y aisladas como una forma de controlar su evolución.
A Lem no le gustaba desarrollar sus ideas en forma de distopía o utopía. Rechazaba una aproximación moralista a la tecnología. Así que en su novela de 1971, “El Congreso de Futurología”, utilizó la sátira para mostrarnos el lado oscuro de las realidades virtuales y el control basado en las drogas.
En su adaptación cinematográfica, libre y más oscura que el libro de Lem, el director Ari Folman mezcla las ideas de Lem con un asunto más contemporáneo: cómo nuestra vida se está convirtiendo en una mercancía digital que puede comprarse y replicarse por un precio, un tema encarnado con brillantez por Robin Bright, representándose a sí misma.
Como hizo Richard Linklater en sus películas Dickianas (”Despertando a la vida” y “Una mirada a la oscuridad”), en “El Congreso” Folman utiliza la animación basada en rotoscopia para explorar las posibilidades y las distorsiones de los mundos creados por los humanos.
Ahora, sólo una breve advertencia antes de que empiece El Congreso. Como saben, hay ciertos elementos incontrolados que tratan de socavar las bases de nuestra nueva y mejorada realidad. Les aseguro que la organización de este evento ha hecho todo lo posible para mantenerles a salvo de cualquier distorsión. Sin embargo, si experimentan cualquier… trastorno o intrusión en el espacio de esta sala, no se asusten. Por favor, tomen la máscara de gas situada bajo sus asientos [muestro una máscara], póngansela, respiren profundamente y esperen la llegada de las fuerzas de seguridad.
Sin más preámbulos, disfruten de El Congreso.